LEMA ORANTE:
LA CREENCIA, MANANTIAL INAGOTABLE DE VIDA.
DR. JOSÉ LUIS PADILLA. 02/08/15.
La lejanía del ser con respecto a la Creación, en sus muy diversas modalidades, es evidente: la obtención de recursos… por la inteligencia; el manejo de estos recursos, con autosuficiencia; el disolver la referencia, según la cual, era el Misterioso, el Eterno, el que nos concedía buenas cosechas o buenos vinos o… cualquier otra cosa.
Lejanías que se hacen mayores cuando la comunidad humana se queda imbuida en sus capacidades, sus recursos y sus habilidades.
Atrás queda y quedó, el auxilio del Señor. Atrás queda y quedó, la vida contemplativa. Atrás queda y quedó, el servir “en base a”… nada humano; “ofrecerse a”… sin ninguna garantía, pero con la total fidelidad.
¡Es un vivir!… que la especie decide en base a sus poderosos recursos.
Pero, a no tardar mucho, poco a poco… se hace una rueda; sí, una rueda de pensamientos que recorren distintos estamentos según edad y sexo.
Cuando el círculo se cierra, la obsesión se produce, la tristeza se instaura, como lo vemos en el crecimiento de las depresiones.
Y ocurre que… –cuando el desespero se instaura- que el ser intuye que puede ser que haya algo más que… su ego y el ego de los demás; haya algo más que sus productos, sus ciclos y sus apetencias.
No obstante, a pesar de estar atrapado por sus propios dominios, una tenue esperanza se insinúa…
Y ocurre que, la creencia propia –de propiedad privada, de ‘creo en lo que creo’-, se hace insuficiente; ¡se agota!
¿Qué queda del arsenal de propiedades, recursos, defensas y ataques… cuando las creencias se diluyen, o cuando definitivamente se colapsan?
Sólo el auxilio de la muerte –que se desconoce- es el que llama.
El sentido orante de hoy nos reclama… la necesidad de contar con la creencia, como el recurso que la Creación nos proporciona para darnos cuenta de nuestras capacidades, que se hacen fantasía, magia, arte, belleza… cuando se incorpora unplus que no sabemos de dónde viene; que a veces lo llamamos “inspiración”, otras veces lo llamamos “suerte”, otras veces lo llamamos “casualidad”…
Si –¡de manera habitual!-, en nuestras creencias propias, incorporamos la Creación como una fuerza de permanente inspiración, ¡una fuerza de constante detalle!... que hace, de cualquier posición, un salto de cualitativa –¡y cuantitativa!- amplificación, que supera nuestra razón –y todo esto se puede ver, comprobar-… entonces estaremos en ese plano de Creación, de creencia, de recepción, de significación y de… ¡potencia! ¡Sí! De potenciación de todos los recursos propios.
Podemos descubrir que, la creencia, es un manantial inagotable de ¡vida!, de desarrollo, ¡de evolución!… ¡que no se hace rueda!, que no se hace principio ni fin, sino que es expansión ¡permanente!; ¡novedad creciente!
Es momento de hacerse apogeo… de creación y de credo. Y ello se extenderá a todo nuestro entorno. ¡Y ello acrecentará la confianza, la disponibilidad, la solidaridad!…
La creencia es un crecer indefinido; un amanecer permanente; un soporte de bondad iluminado por una complacencia… ¡sorprendente!
Y simplemente hay que atreverse… ¡Hay que desprenderse de lo poseído!, y reconocerse un ignorante atrevido; un peregrino perdido.
Enseguida nos encontrarán. Enseguida nos auxiliarán. Enseguida, cada uno deja de ser propietario de sí mismo y de los demás, y se hace… ¡se hace expresión creadora!; se hace bondad; se hace ayuda permanente…
A nuestro auxilio… –porque en esa posición se está- sólo puede ayudar… el Misterio Creador.
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