Este mudra se conoce también como mudra de la Meditación,
pues es el gesto esencial para esta práctica
y el más extendido a través de numerosas obras artísticas.
Se realiza situando el dorso de la mano derecha sobre la izquierda
formando un cuenco y reposando sobre el regazo
y los dedos pulgares tocándose
realizando un ligero óvalo
donde encontraremos el vacío al que hace mención.
La esencia del Dhyana mudra
reside en
vaciar la mente
liberar y purificar nuestro interior
de forma que podamos llenarnos de nuevo con energía renovada.
Es también
un gesto de abandono para dejar atrás lo antiguo
y hacer espacio para recibir lo nuevo.
Simbólicamente,
el cuenco que realizamos con las manos refleja la pureza interior.
Como aspectos focalizadores
podemos concentrarnos en el contacto de los dedos pulgares
o bien visualizar una esfera de luz en el interior.
Este mudra logra calmar la mente y los pensamientos
y por tanto alivia el estrés y la actividad cerebral.
A nivel emocional
nos conecta con nuestra consciencia
saneando el pasado y abriendo las puertas a un renovado futuro.
Fuente: Juan Díaz es psicoterapeuta corporal y gestalt, además de coordinador de las actividades del centro.
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