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domingo, 21 de diciembre de 2014

Venimos a aprender a integrar la personalidad con el alma & a aceptar y amar incondicionalmente

Venimos a SANAR!


Nuestra alma elige los padres 
y las circunstancias de nacimiento 
por razones muy precisas. 

Venimos a experimentar una serie de vivencias 
para sanar una serie de heridas, 
y así integrar la personalidad con el alma. 

Venimos a aprender a 
aceptar y amar incondicionalmente 
partes de nosotros que hasta ahora 
han vivido ignoradas y con miedo. 

Somos atraídos hacia padres 
con heridas como las nuestras 
para recordarnos qué hemos venido a amar.

Aprender a aceptar nuestras heridas 
es aprender a 
ser responsables y a amarnos incondicionalmente, 
y esa es la llave para la transformación 
y la sanación del alma.

¿Te has dado cuenta 
que cuando acusas a alguien de algo, 
esa persona te acusa a ti de lo mismo?. 

Verifícalo con la otra persona,
 y aparte de sorprenderte, 
verás cómo te liberas de juicios.

No aceptar nuestra herida, sentirnos culpables, 
con vergüenza o juzgarnos, 
es atraer circunstancias y personas 
que nos harán sentir esa herida no aceptada. 

Aceptar la herida no significa 
que sea nuestra preferencia tenerla; 
significa que, como seres espirituales 
que elegimos vivir la experiencia humana 
para espiritualizar la materia, 
nos permitimos experimentar esa herida sin juzgarnos 
y aprender de la experiencia. 

Mientras haya miedo, 
hay herida 
y hay un juicio 
o creencia que bloquea su sanación. 

Cuando aprendemos a aceptar nuestras heridas 
estamos desarrollando el amor 
y estamos espiritualizando la materia.

La sanación se produce totalmente 
cuando nos aceptamos a nosotros. 

El perdón hacia uno mismo 
es lo que finalmente nos sana, 
y para eso hay que aceptar que uno mismo 
es responsable de todo lo que le ocurre,
 y aceptar que ha acusado a otros 
de hacer lo que uno mismo hace a los demás. 

En el fondo, todos somos humanos, 
y aceptar nuestras limitaciones 
es lo que nos hace humildes 
y nos permite descubrir nuestra herencia divina.

Las cinco heridas del alma más comunes son:

– El rechazo
– El abandono
– La humillación
– La traición
– La injusticia

No necesariamente tenemos las cinco heridas. 
Con humildad y sinceridad 
cada cual puede reconocer sus heridas. 

Reconocer nuestra limitación humana 
es el primer paso en el proceso de sanación. 

Si nos cuesta identificar nuestras heridas 
es porque nos ocultamos tras una máscara, 
que se construyó para no ver ni sentir esa herida.

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