Este libro está basado en hechos reales e inspirado en una experiencia personal. Como podrán comprobar, yo no disponía de un cuaderno de notas. Se vende como novela para proteger a la pequeña tribu de aborígenes de posibles problemas legales. He omitido detalles para complacer a amigos que no desean ser identificados y para garantizar que el emplazamiento de nuestro lugar sagrado continúe siendo secreto.
He incluido información histórica importante para ahorrar al lector consultas bibliográficas. También les ahorraré un viaje a Australia. La situación actual de los aborígenes es fácilmente observable en cualquier ciu-dad de Estados Unidos, donde la gente de color vive en un barrio concreto, más de la mitad se encuentra en el paro, y la que tiene empleo realiza los peores trabajos. Su cultura parece haberse perdido; como los indígenas americanos, se han visto forzados a vivir en los lugares que se les asigna, y durante generaciones les han prohi¬bido practicar sus ritos sagrados.
¡Lo que no les puedo ahorrar es este mensaje!
Da la impresión de que tanto en América como en África y Australia se está intentando mejorar las rela¬ciones interraciales. Sin embargo, en algún lugar del ári¬do corazón del Outback perdura un latido lento, firme y antiguo, y existe un grupo incomparable de personas a las que no les preocupa el racismo sino únicamente su prójimo y el entorno que lo rodea. Quien comprende esa pulsación comprende mejor al ser humano o la esen-cia humana.
[1] El término Outback se refiere a regiones rurales y remotas de un país, pero sobre todo a las zonas desérticas del interior de Australia y Nueva Zelanda. (N. de la T)
Este libro fue una obra pacífica que yo misma pu¬bliqué y que se convirtió en motivo de controversia. De su lectura se desprenderán varias posibles conclusiones. Al lector podría parecerle que el hombre al que me re-fiero como intérprete no respetó años atrás las leyes y normas del gobierno en cuanto a censo, impuestos, vo¬taciones, explotación del suelo, licencia de minas, regis¬tro de muertes y nacimientos, etc. También es posible que ayudara a otros miembros de la tribu a infringirlas. Me han pedido que diera a conocer a este hombre y que condujera a un grupo por el desierto, siguiendo la misma ruta que hicimos nosotros. Pero me he negado. Habrá por tanto quien diga tal vez que soy culpable de ayudar a esas personas a incumplir las leyes, o que miento y esa gente no existe ya que no he dado a conocer a los miem¬bros de la tribu.
Ésta es mi respuesta: no hablo en nombre de los aborígenes australianos. Hablo tan sólo en nombre de un pequeño grupo del Outback, al que denominan los Salvajes o los Antiguos. Volví a visitarlos y regresé a Es-tados Unidos a finales de diciembre de 1993. Y nueva¬mente me bendijeron y aprobaron el modo en que esta-ba realizando esta misión.
Para mis lectores tengo una advertencia: algunas personas sólo piden un entretenimiento. Así que si us¬ted es una de ellas, tendré que pedirle que lea, disfrute y olvide, como haría con cualquier otro buen espectáculo. Aunque considere este libro como una novela, no que¬dará decepcionado, pues merece el dinero que ha paga-do por ella.
Si por el contrario quien lee estas páginas es de los que escuchan los mensajes, éste le llegará alto y claro. Lo sentirá en las entrañas, en el corazón, en la cabeza y en la médula de los huesos. ¿Sabe una cosa? Muy bien podría haber sido usted el elegido para este walkabout ( ); y, créame, muchas veces desearía que así fuera.
Todos debemos vivir nuestras propias experiencias en una región inexplorada, sólo que las mías ocurrieron realmente en el Outback. Pero me limité a hacer lo que cualquiera hubiera hecho en mi lugar.
Ojalá estas gentes conmuevan su corazón cuando pasen estas páginas. Escribí las palabras en inglés, pero su verdad no conoce idiomas. Les sugiero que prueben el mensaje, disfruten de lo que les parezca adecuado y desechen el resto. Después de todo, ésa es la ley del cosmos. Siguiendo las tradiciones de la gente del desierto, también yo he adoptado un nuevo nombre para reflejar un nuevo talento.
Con mis mejores deseos,
Lengua que Viaja
Este libro fue una obra pacífica que yo misma pu¬bliqué y que se convirtió en motivo de controversia. De su lectura se desprenderán varias posibles conclusiones. Al lector podría parecerle que el hombre al que me re-fiero como intérprete no respetó años atrás las leyes y normas del gobierno en cuanto a censo, impuestos, vo¬taciones, explotación del suelo, licencia de minas, regis¬tro de muertes y nacimientos, etc. También es posible que ayudara a otros miembros de la tribu a infringirlas. Me han pedido que diera a conocer a este hombre y que condujera a un grupo por el desierto, siguiendo la misma ruta que hicimos nosotros. Pero me he negado. Habrá por tanto quien diga tal vez que soy culpable de ayudar a esas personas a incumplir las leyes, o que miento y esa gente no existe ya que no he dado a conocer a los miem¬bros de la tribu.
Ésta es mi respuesta: no hablo en nombre de los aborígenes australianos. Hablo tan sólo en nombre de un pequeño grupo del Outback, al que denominan los Salvajes o los Antiguos. Volví a visitarlos y regresé a Es-tados Unidos a finales de diciembre de 1993. Y nueva¬mente me bendijeron y aprobaron el modo en que esta-ba realizando esta misión.
Para mis lectores tengo una advertencia: algunas personas sólo piden un entretenimiento. Así que si us¬ted es una de ellas, tendré que pedirle que lea, disfrute y olvide, como haría con cualquier otro buen espectáculo. Aunque considere este libro como una novela, no que¬dará decepcionado, pues merece el dinero que ha paga-do por ella.
Si por el contrario quien lee estas páginas es de los que escuchan los mensajes, éste le llegará alto y claro. Lo sentirá en las entrañas, en el corazón, en la cabeza y en la médula de los huesos. ¿Sabe una cosa? Muy bien podría haber sido usted el elegido para este walkabout ( ); y, créame, muchas veces desearía que así fuera.
Todos debemos vivir nuestras propias experiencias en una región inexplorada, sólo que las mías ocurrieron realmente en el Outback. Pero me limité a hacer lo que cualquiera hubiera hecho en mi lugar.
Ojalá estas gentes conmuevan su corazón cuando pasen estas páginas. Escribí las palabras en inglés, pero su verdad no conoce idiomas. Les sugiero que prueben el mensaje, disfruten de lo que les parezca adecuado y desechen el resto. Después de todo, ésa es la ley del cosmos. Siguiendo las tradiciones de la gente del desierto, también yo he adoptado un nuevo nombre para reflejar un nuevo talento.
Con mis mejores deseos,
Lengua que Viaja
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