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domingo, 2 de agosto de 2009

La Luna por Yuriria Robles de Miranda

Es la reflexión de la luz; lo que le da magia y misterio a la Luna.
Es por ello la reina y maestra de lo relativo, los cambios, el misterio. La luz primordial nocturna que aunque voluble, nos acompaña...

Es la reflexión de la luz; lo que le da magia y misterio a la Luna.
Es por ello la reina y maestra de lo relativo, los cambios, el misterio.

La luz primordial nocturna que aunque voluble, nos acompaña a lo oscuro,

a lo recóndito del universo y por ende a nuestro propio ser.

Este ser interno, guardado, espera la luz de la conciencia y, como la Luna;

no puede iluminarse ni completamente, ni todo el tiempo.

De ser así hablaríamos del sol y este es otra historia completamente diferente.

Si bien es cierto que este "presta" luz a nuestro satélite,

este haz luminoso conforma un reflejo que abre la conciencia a lo oculto, a lo cíclico, a lo no racional, a lo que no se concibe en plena luz de día.

En este espacio nos proponemos dilucidar

el significado de la Luna para la conciencia humana, a través de la historia. Describiremos cómo con sus ciclos:

de naciente, creciente, llena, menguante y de vieja a nueva,

la Luna ha mostrado la valía de los reflejos,

las sutilezas, las ambigüedades, los sentimientos.

Esta temática relativa y amplia se mueve como la marea:

entra y se retrae cada vez con una enseñanza distinta,

con un mensaje claro y preciso

para quien sepa y se atreva a navegar en las aguas de su ser.

La Luna, primer indicador del calendario,

sirvió no sólo de guía para contabilizar el tiempo,

sino de ejemplo para encontrar las correlaciones

entre la naturaleza y la vida humana.

Esta forma de calendario es universal

y se encuentra todavía en uso por muchas culturas.

Sus implicaciones unen al hombre con el universo como ser sintiente

y no como un mero espectador de lo que le sucede al mundo objetivo.

Es la Luna, la reina de lo subjetivo, de la visión del mundo desde mí;

por eso es digna de revisión e integración,

para ubicar primero la propia percepción relativa y refleja,

para luego relacionarla con lo objetivo.

Es por eso importante sumar las dos formas de conocimiento.

No sólo el racional-solar como preponderante,

sino además el lunar y subjetivo:

ambos como compañeros intrínsecos del conocimiento.

La astrología lunar describe el ciclo natural de los humores del hombre.
Estos sentimientos han recibido nombres divinos en las cosmologías y filosofías,

que se han recogido en milenios de observaciones precisas,

de lunaciones, eclipses, cruces orbitales

para plasmar el simbolismo que ahora se describe

en las posiciones astrológicas, de todas las culturas.

Ahora en este espacio nos proponemos desmenuzarlo, poco a poco;

de tal suerte que integremos por ciclos, por iluminaciones parciales,

el tesoro lunar en nuestra conciencia.

Desde la más remota prehistoria,
los restos antropológicos y artísticos

son muestra fehaciente de la importancia

que la Luna ha tenido para el hombre.

Este ha reconocido en ella la esencia

de la maternidad, de la fecundidad, de la reproducción,

de la pareja, de los instintos, de la seguridad, de la crianza,

de la masculinidad en algunas culturas

o de la feminidad en otras, ya especificaremos a su debido momento;

lo importante por ahora es destacar que simboliza la otra parte de mí,

la interna, mi pareja, lo que me completa y me acompaña.

La Luna es la puerta de la noche,
la que devela los misterios del universo.

No es gratuito que los sistemas esotéricos le asignen este primer peldaño,

hacia el conocimiento profundo.

Así es que en este espacio abriremos este saber,

lo buscaremos, aunque se escape en lo más recóndito,

en lo más hondo de nuestro ser.



Yuriria Robles de Miranda

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