El hombre en el cual el Tao
actúa sin impedimento
no daña a ningún otro ser
con sus actos,
y aun así no se considera
"bondadoso", "manso".
El hombre en que el Tao
actúa sin impedimento
no se preocupa por sus propios intereses
y no desprecia a aquellos
que sí lo hacen.
No lucha por ganar dinero
y no convierte en virtud la pobreza.
Sigue su camino
sin apoyarse en los demás
y no se enorgullece
de andar solo.
Mientras que no sigue a la muchedumbre,
no se queja de aquellos que lo hacen.
El rango y la recompensa
no lo atraen;
la desgracia y la vergüenza
no lo desaniman.
No está buscando constantemente
el bien y el mal,
decidiendo continuamente "Sí" o "No".
Los antiguos decían, por tanto:
"El hombre del Tao
permanece en el anonimato.
La virtud perfecta
no produce nada.
'No-ser'
es 'Ser de verdad',
y el más grande entre los hombres
es nadie."
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