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domingo, 26 de febrero de 2012

Araucaria "Un árbol magestuoso"


Santiago de Chile, Miércoles 9 de Mayo de 2001
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Antes de que aparezcan los hambrientos choroyes, Juan Carlos Huenteao se encarama por el áspero tronco de una imponente araucaria, en Kaikune, al interior de la reserva nacional Ralco. Un firme lazo de cuero trenzado, que engancha en las ramas más altas, le sirve para impulsarse a las alturas. Desde allí sacude las filosas ramas para apurar la caída de las redondas cabezas cargadas de frutos.

Cosechando Araucarias

Con lazo, a palos o encaramándose por los troncos para sacudir las ramas cargadas de piñones, los pehuenches recolectan el fruto de estos árboles majestuosos y emblemáticos.
Arturo Zúñiga y Pilar Espinosa
Por Arturo Zúñiga y Pilar Espinosa
Entre noviembre y diciembre se dejan caer a las veranadas. Con toda la familia. Pastorean sus animales en los claros de la montaña y ahí se quedan, hasta abril o mayo, cuando el viento helado comienza a calar los huesos y las araucarias les entregan sus frutos. Antes de bajar, recogen los piñones que brotan desde estos imponentes árboles, íconos de la chilenidad. Es su ofrenda a un pueblo que tomó de ellos el apellido: pehuenches. Una denominación gentilicia que se deriva justamente del nombre del árbol en mapudungún: pehuén.
La recolección es todo un ritual. Esta temporada, al menos, las longevas araucarias no han sido generosas con la gente del pehuén. Según los lugareños, no ha habido muchos piñones, lo que coincide, sepa Dios por qué, con la abundancia de avellanas.
Algo que a ellos no les sorprende. Saben que hay años buenos, regulares y malos.
Estos árboles son añeros. Hay veces que dan mucho, pero ahora hay poco piñón. En todo caso, se recoge algo p'al consumo y la venta, dice Alberto Pailla, de la comunidad de Mallin del Treile, en Lonquimay. En plena cordillera de Las Raíces - a 110 kilómetros de Temuco, vía Lautaro- mira la copa de una araucaria, donde aún quedan algunas cabezas llenas de frutos.
Más al norte, en la reserva nacional Ralco, a 150 kilómetros de Los Angeles, Juan Calpán recuerda que el 2000 fue un año de abundancia. La naturaleza se toma su tiempo, pero el pehuén no nos falla, comenta. Y sabe de lo que habla. Desde hace treinta años, cuando el suegro le dio derecho a la veranada, se instala allí con mujer, hijos y animales, seis meses de cada año.

Lo cierto es que la araucaria (Araucaria araucana), alcanza su madurez reproductiva entre su segundo y tercer siglo de vida. El proceso de maduración y desarrollo de los conos femeninos fecundados toma alrededor de año y medio.

José Sandoval, de Icalma, dice que cada tres o cuatro años se da en abundancia. Aunque no sabe la razón, ocurre que cada vez que hay mucha avellana, el piñón es escaso, y viceversa. La naturaleza es muy sabia, y por algo será que la cosa es así.... Ahora se ha visto poca gente en la cosecha. Hubo años cuando por ahí por Quinquén hormigueaba la gallá bajo los pinos. Todos buscando piñones.


Y lo mismo sucede en Antuco, Alto Biobío, La Mula, Quillaicahue y El Barco. También en Cruzaco, cerca de Icalma. En Conguillío, Lolco, Tolhuaca, Troyo y Contraco. O en las reservas nacionales Ralco y Malalcahuello-Nalcas.


Son algunos de los puntos donde centenares de familias instalan sus puestos o rucos para pasar los meses de la veranada. Una época que coincide con las vacaciones de la mayoría de los chilenos y que para los pehuenches es la de más intenso trabajo.


LACEANDO PIÑONES

El piñón es la semilla comestible de la araucaria y los pehuenches son verdaderos maestros en sacarle partido. Un buen año, cada árbol en plena producción puede dar hasta 400 kilos de esos alargados frutos que, entre marzo y abril, se desgranan como lluvia dorada desde las alturas. Y son miles de árboles, de preciosa madera, los que elevan su alta estatura al cielo en una extensión de más o menos 250 kilómetros, a lo largo de la cordillera, sobre los 800 metros de altura, entre las regiones del Biobío y la Araucanía.
¿Cómo cosechan el piñón...?.
Las respuestas difieren según las condiciones del terreno y la edad de los recolectores. Lo habitual es esperar que caigan solos. Y paciencia es algo que a los pehuenches les sobra.

También se pueden botar con lazo. Se amarra una piedra o un palo en el extremo y se lanza al árbol tratando de enredar una cabeza. Un buen tirón es suficiente para que se desgrane y caiga al suelo. O afinando la puntería, es posible botarlos lanzándoles un palo a las cabezas. Pero, no es fácil. Hay que ser técnico en la materia.

Para apurar la causa algunos pehuenches más avezados trepan por el arisco y recto tronco, utilizando como peldaños las calugas de la corteza, o choritos, como se les llama en la cordillera. Uno de ellos es Juan Carlos Huenteao, de la Reserva Nacional Ralco, donde existen más de mil hectáreas de araucarias, de todas las edades.



Un lazo, un par de guantes, zapato firme y una buena dosis de valentía es todo lo que necesita para ascender a unos 20 metros de altura. La idea es sacudir las ramas para que la cajetilla suelte el fruto, explica mientras sube con agilidad.
Y también, para ganarle a la insaciable voracidad de choroyes y cachañas, a los que el instinto avisa cuando la cena está a punto.
Son los aliados que nunca faltan en tiempos de cosecha. Saben bien cuando los piñones están maduros y en bandadas de miles de pájaros, que tiñen de verde y gris el cielo, se lanzan en ensordecedora algarabía sobre las araucarias. Basta que traten de picotear un piñón para que la cabeza entera se desarme y caigan cincuenta o más frutos al suelo. No se molestan en bajar a tierra a comerlos. Prefieren mantenerse en la altura. Un método que asegura la dieta a pequeños mamíferos que se alimentan con los restos del banquete.
Y si alguna semilla se escapa, germinará en la próxima primavera para asegurar la existencia de la especie.
¿Cuánto se cosecha? Sólo los pehuenches lo saben. Algunos hablan de un par de sacos por árbol. Otros de kilos, hasta 400, si es un ejemplar antiguo y bien cargado. Pero, también llaman a no engañarse porque sólo producen las araucarias hembras. A ojo, más o menos la mitad, según los conocedores.

Humitas de Piñón

Con los piñones la mujer pehuenche hace harina, pan, puré, licor y hasta humitas. Es un fruto rico en almidón y con un gran valor nutritivo que comen cocido o crudo.

El cronista español Pedro Mariño de Lobera decía que es tal la cantidad de estos árboles que basta para dar provisión a toda aquella gente que es innumerable, tanto que de ello hacen el pan, el vino y los guisados.


Y lo siguen haciendo, 400 años después.

Para Herminda Purrán, las humitas de piñón son harto mejores que las de maíz. Y para quien quiera intentarlo, asegura que aunque trabajosas, vale la pena.

Hay que pelar el piñón crudo, molerlo en piedra y luego cocinarlo con cebolla y aceite. Una vez sancochada esta mezcla, se empaqueta con hojas de pangue de nalca, se atan con tiras de manila, otra planta nativa, y se les da un hervor en agua hirviendo.


En internet

Los Pehuenches de Alto Biobío
http://www.angelfire.com/de/araucania/altobiobio.html
Alfajores de Piñones
http://www.patagoniaventura.com.ar/turismo/pehuenia/alfajores/caract.html

Bosques de Araucarias

http://www.visitchile.org/espanol/cm-bdlagos/h32.htm
Araucaria: Monumento Natural
http://www.chile-the-great-land.com/arauc.html
Oda a la Araucaria Araucana
http://www.uchile.cl/neruda/obra/obranuevasodas2.html

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